Ingenioso divertimento, Hitchcock con el humor de Kaurismaki, inusitado cine negro.  El punto de partida es Cristi, policía corrupto que viaja a La Gomera para aprender el silbo canario, lenguaje ancestral de silbidos, y así poder comunicarse en clave con la mafia. Tráfico de drogas, un botín de 30 millones de euros, traiciones cruzadas, una femme fatal, nada le falta a La Gomera, que además representó a su país en los Oscar. Aún resuenan en Cannes los aplausos de la cinefilia entregada a este cruce de géneros, viniendo sobre todo de un director aclamado por títulos de referencia pero tan distintos a La Gomera como son Sierranevada o La muerte del señor Lazarescu.